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Problemas de autoestima en la adolescencia y trastornos asociados

Como ya es bien sabido, la adolescencia es una etapa vital muy complicada ya que se producen grandes cambios a nivel físico, social, psicológico y emocional. El adolescente está en una búsqueda continua de su identidad personal, tratando de asumir y canalizar toda la desorientación y el desequilibrio en los que se encuentra sumergido.

La autoestima es el concepto que tenemos de nosotros mismos. Abarca los pensamientos, evaluaciones, juicios y sentimientos que dirigimos hacia nuestra persona. Esta es la base de nuestra salud psicológica, pero esta percepción puede ser cambiante a lo largo de los años, por distintas etapas vitales, por experiencias personales, por circunstancias de la vida… La adolescencia es un periodo de gran vulnerabilidad y cualquier suceso puede alterar notablemente la mente del adolescente.

En este periodo, hay una serie de fases muy importantes, que están estrechamente relacionadas con la autoestima:

Una de ellas, es la relación con los demás. En este momento, la referencia y las relaciones familiares se debilitan y en la mayoría de los casos, se complican. La interacción con el grupo de iguales pasa a ser el pilar fundamental. La pertenencia a un grupo, el apoyo social y emocional percibido, el sentirse admitido y valorado por sus amigos, etc. está directamente relacionado con el bienestar del adolescente. Existe una necesidad muy fuerte de ser aceptados y reconocidos. Aquí, si hay una pobre autoestima de base, el adolescente puede tener mayor dificultad a la hora de establecer relaciones nuevas y sanas y esto a su vez hace que disminuya más la autoestima, produciéndose un círculo vicioso que, si no se rompe, puede dar lugar a psicopatologías como los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad social.

También es clave la importancia de la imagen corporal. El adolescente establece continuamente comparaciones entre su apariencia física y lo que él considera su modelo ideal. Necesita sentirse atractivo. La presión social a través de los grupos de amigos, las redes sociales y la publicidad sobre la imagen ideal del cuerpo, la delgadez, el atractivo físico, la habilidad deportiva… influye notablemente en la mente del adolescente. De manera que una baja autoestima unida a la insatisfacción continua con la propia imagen, pueden actuar como un disparador muy potente en el desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria o de un trastorno dismórfico corporal. Habrá que prestar especial atención a señales de alerta como: no querer ir a piscinas o a la playa por tener que exponerse en traje de baño, rehuir estar con gente de su edad por las posibles comparaciones físicas, quejas continuas sobre la propia imagen, comentarios despectivos hacia el propio cuerpo, problemas con la alimentación etc.

En esta etapa también existe una presión creciente para asumir ciertas conductas de riesgo. Muchos adolescentes se ven presionados por su grupo de referencia para consumir tabaco, alcohol y otras sustancias, para tener relaciones sexuales precoces, para involucrarse en peleas físicas y conductas antisociales (quebrantar normas, robos, vandalismo…) Aquí una vez más una pobre autoestima, junto a la falta de habilidades sociales y el deseo de integrase en un determinado grupo, pueden actuar como factores predisponentes a aumentar estas prácticas de riesgo.
Habrá que estar alerta a ciertos aspectos como: la no asistencia a clase, expulsiones, informes negativos de los profesores, pérdida de interés en el deporte, alteraciones del sueño y del apetito, cambios bruscos en el aspecto físico y en la higiene personal, empobrecimiento del lenguaje etc.

En definitiva, una autoestima sana, va a actuar como amortiguador de las posibles experiencias negativas que se den en esta etapa vital, como pueden ser ciertas dificultades de integración a nivel social, separación de los amigos de la etapa escolar, una ruptura sentimental, presiones sociales, cambios corporales bruscos etc. Por el contrario, una autoestima pobre puede actuar como factor de riesgo a la hora de desarrollar ciertos trastornos psicológicos comunes en esta etapa: fobia social, depresión, trastornos de la conducta alimentaria, trastorno dismórfico corporal, ansiedad y problemas de adicción. (En el siguiente post vamos a profundizar en cada uno de ellos).

Ya que no es frecuente que el adolescente solicite ayuda de forma directa, es fundamental que la familia y el entorno educativo estén muy pendientes de todos estos aspectos y solicitar ayuda psicológica en cuanto empiecen a sonar las primeras señales de alarma.

Para más información sobre este y otros temas, visita nuestra página web: https://www.psicia.com

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