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Tragicomedia en el trastorno obsesivo compulsivo

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El vídeo que hemos enlazado en nuestra página sobre el poema de amor de un obsesivo compulsivo nos ha gustado. Y ha sido así porque desde el inicio del mismo, en esta magnífica declaración de amor, en este desnudarse ante los demás exponiendo con una gran sensibilidad los profundos sentimientos que el autor tiene hacia esa mujer, define y explica con gran rigor lo que es un TOC. Su TOC. El que él padece sin descanso alguno. Ya en la segunda estrofa manifiesta que cuando se tiene un trastorno obsesivo compulsivo no hay momento alguno de tranquilidad. Incluso en la cama está pensando: “¿Cerré las puertas? Sí. ¿Me lavé las manos? Sí.”

Pero este vídeo nos ha gustado no sólo por la definición  y por la exposición del sufrimiento que conlleva, sino porque esa exposición pública, muestra la gran valentía del orador ya que sabe que el TOC, siendo una tragedia, a veces produce hilaridad por las compulsiones y rituales que lo integran.

Cuando en nuestro centro realizamos terapias de grupo, en la que todos los que participan tienen este trastorno, ellos mismos sonríen cuando escuchan las compulsiones que los demás realizan. Así por ejemplo, causa hilaridad el que un paciente piense que para que sea efectiva su terapia tiene que bailar una jota ante los demás, ya que si no lo hace no se curará. O aquella señora que deseaba y me pedía el que le permitiese tirarme del pelo para asegurarse de que yo no era su vecina. Por esta razón, este trastorno se ha utilizado en numerosas ocasiones para hacer comedias en cine, televisión o teatro.

Pues bien, es cierto que estas situaciones provocan sonrisas y a veces carcajadas entre ellos mismos, pero saben que se sienten comprendidos porque todos padecen el mismo problema y las características son semejantes. No es así, cuando es uno solo el que se enfrenta ante quien no padece un TOC. No le comprenderán, le mirarán como a un bicho raro, le criticarán y se reirán de las “cosas” (compulsiones) que hace.

El personaje del vídeo se presenta ante los demás solo con su trastorno. Lo define, lo cuenta y manifiesta sus rituales y compulsiones con valentía y dolor. Es cierto que aquel que sufre un TOC no tiene descanso alguno. Es despertar por la mañana y pensar en el terrible día que le espera de pensamientos, siempre los mismos y de rituales que le conducen a veces a un agotamiento físico.

Hace años, traté a una mujer de un trastorno obsesivo compulsivo que le producía, un gran sufrimiento, una ansiedad insoportable y un deseo de no despertar jamás. Por fortuna, y después de un tratamiento esta mujer superó su TOC. Pasados los años, esta señora me llamó para decirme que venía a Madrid y que le gustaría verme para contarme algo que había sucedido en su vida. Cuando nos vimos, me contó que había contraído la enfermedad del sida.

Por aquel entonces, yo tenía un espacio en la radio sobre psicología en directo. Me preguntó si podía acompañarme a la emisora ya que le gustaría hablar del TOC que sufrió años antes con la finalidad de dar testimonio y certificar que un trastorno obsesivo es superable. Por supuesto accedí a su petición. Ella relató el TOC que había sufrido y el sida que en ese momento padecía. Un oyente se conectó al programa y le dijo: “Señora, yo sufro un trastorno obsesivo compulsivo y experimento en mis propias carnes lo que es eso. Mi pregunta es la siguiente: como mal menor, ¿con qué se quedaría usted, con el TOC que padeció o con  el sida que padece en la actualidad?”  Ella de inmediato, sin dudarlo,  contestó: “me quedo con el sida.”

Relato este suceso con el fin de que aquellos que tienen la fortuna de no haber padecido este trastorno puedan intuir el sufrimiento de aquellos que sí lo tienen. Hay estudios que demuestran que entre un 60 y un 80% de los casos derivan en depresión.

Si tuviese el honor de conocer a este valiente poeta que públicamente manifiesta su amor con esa desgarradora sinceridad, le diría: ¡muchas gracias por compartirlo!

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